Recompensas y atracones - TNC

Recompensas y atracones

Audio de la clase:

Imagínate que nunca te apeteciera comer nada.

Que nunca tuvieras hambre, y que cuando comieras no disfrutaras el sabor ni la textura de la comida, ni el hecho de comer.

Comer sería como cualquier actividad fastidiosa que tengas que hacer y que te quita tiempo. Como cepillarte los dientes. O tender la cama.

Si comer no te provocara ningún placer en absoluto, probablemente evitarías hacerlo o lo dejarías para después. Y, eventualmente, morirías de hambre.

Evidentemente (¡y gracias al cielo!) las cosas no son así. Y la razón es que, como especie, desarrollamos mecanismos especiales para asegurarnos de que el cuerpo obtenga la comida necesaria para sobrevivir.

De hecho, comer es una actividad que desgasta y quita tiempo, así que, para evitar morir de hambre o desnutrición, nuestro cuerpo está diseñado para que queramos comer y para tener un sentido de satisfacción (una recompensa) con las comidas.

Esto estaba muy bien en los tiempos de las cavernas cuando la comida escaseaba y/o era difícil de conseguir. El problema ocurre en la época moderna, cuando tenemos comida por todos lados y podemos conseguirla muy fácilmente. Además, es comida que está muy pero muy rica.

Y ahora no solo queremos comer para no morir, sino que ¡nos morimos por comer!

Y no solo eso, sino que nos provoca comer alimentos en particular... y en momentos particulares.

Y a mucha gente le cuesta controlar esos impulsos.

Se trata de la adicción a la comida, en lo que hoy vamos a profundizar un poco más, a propósito del hábito de estas semanas: dejar de comer cuando se está 80% lleno (es decir, imposibilidad de atracarse o de comer más de la cuenta).

¿Por qué comemos de más?

Estudiando las funciones cerebrales, los científicos han dado dos posibles explicaciones al por qué la gente come en exceso:

  1. Puede ser que, en algunas personas, la comida les hace sentir demasiado bien, casi como si fuera una droga (eso que sientes cuando comes tu comida pecado favorita - en mi caso pasta cuatro quesos, pan tostado con mantequilla, brownie...). Eso les llevaría a comer más allá de sus necesidades fisiológicas y, por lo tanto, a desarrollar sobrepeso y obesidad.
  2. Puede ser que, en algunas personas, la comida no produce una sensación de placer tan profunda por lo que comen más cantidad para compensar la falta de recompensa por la comida. Básicamente, la comida no les satisface tanto a quienes comen de más, lo cual les hace querer comer más para poder tener el mismo nivel de placer (como cuando no te basta comer un solo trocito del pastel, sino que tienes que comértelo entero para poderte sentir satisfecho).

Lo que sí se sabe es que las personas con sobrepeso y obesidad tienen una mayor activación de las zonas cerebrales asociadas a la recompensa cuando se les presentan estímulos relacionados con la comida (imágenes, olores).

Para las personas delgadas la comida no es "gran cosa". No es tan importante. No les llama tanto la atención. A las personas con obesidad, con sobrepeso o con tendencia a engordar, la comida nos flipa.

"Cerebro de gordo"

Cuando pruebas algo que te gusta, algunas partes de tu cerebro se "encienden" (se activan).

Los científicos pueden observar esto gracias a un tipo especial de examen llamado Resonancia Magnética Funcional.

También hay partes de tu cerebro que son sensibles a la dopamina, el neurotransmisor relacionado con el placer, que se libera en respuesta a la comida (entre otras cosas). La dopamina es importante para muchísimas cosas, incluyendo el movimiento voluntario, la motivación y la recompensa.

Por ejemplo, en un estudio los investigadores encontraron que cuando se dejaba que las ratas de laboratorio se atracaran con azúcar, terminaban con más dopamina en sus cerebros. Y más dopamina significa que hay una mayor recompensa por el hecho de comer. Por supuesto, esto lleva a querer comer más.

Sin embargo, el tener más dopamina no es lo único que determina la recompensa. También es importante el qué tanto tu cerebro puede percibir esa dopamina. Es decir, no solo necesitas dopamina, sino que también requieres que tus receptores de dopamina funcionen bien para poder tener ese sentimiento agradable de recompensa. Si tienes menos receptores de dopamina, o si no funcionan bien por alguna causa, entonces no tendrás esa recompensa - incluso si los niveles de dopamina son altos.

Pues bueno, resulta que los científicos han encontrado un receptor de dopamina muy particular que está relacionado con la obesidad. Las pruebas de Resonancia Magnética muestran que las personas obesas tienen menos cantidad de estos receptores en comparación con las personas delgadas.

Eso quiere decir que, al comer, se dispara la producción de dopamina que va hacia el cerebro, pero al no tener una cantidad adecuada de estos receptores la persona no se siente satisfecha con la comida, así que come más. Y eso, por supuesto, le lleva a aumentar de peso y a volverse obesa.

Puedes decir literalmente que esa persona tiene "cerebro de gordo".

En un estudio se demostró que el aumento de peso reduce la activación del centro de recompensas por la comida. Es decir, que cuando se aumenta de peso las respuestas de placer a los mismos alimentos disminuyen.

En la práctica, esto significa que, si engordas, ese pastel de chocolate que te gusta tanto quizás ya no te produzca la misma satisfacción al comerlo, y eso te empujará a querer comer más pues la misma cantidad de antes ya no te satisfará. Y eso te hará engordar. Y al engordar menos aún te va a satisfacer la comida. Y así sucesivamente.

Esto explica también por qué es tan difícil adelgazar solo centrándote en comer menos: no obtienes la misma cantidad de placer que alguien delgado que coma la misma cantidad de comida que tú.

Cambiándote el chip

Lo primero es empezar a estar más consciente de lo que comes, y comer comida más saludable, incluso si no siempre es tu favorita. Al hacerlo, comenzarás a adelgazar y, cuando lo hagas, la comida te satisfará más.

Piensa que estás haciendo una pequeña desintoxicación, como la que hace alguien que quiere dejar las drogas. Al comienzo va a ser difícil, seguramente, pero a medida que vas avanzando es menos duro, hasta que tu nuevo estado normal es el de una persona delgada y feliz con lo que come y con su cuerpo.

Ya tú lo sabes porque lo has experimentado en estos meses (¡sí, ya llevamos meses!). Sigue entonces adelante, que cada vez se pondrá mejor 🙂


¿Qué aprendimos hoy?

  • Nuestro cerebro reacciona a las comidas en formas complejas, y todavía los científicos no tienen informaciones claras sobre por qué algunas personas comen más de lo que sus cuerpos necesitan.
  • El comer más de la cuenta puede estar causado por un factor bioquímico en nuestro cerebro, relacionado con la forma en que éste maneja las recompensas a través de la dopamina (el neurotransmisor del bienestar).
  • Comiendo más alimentos saludables, incluso si no te gustan o satisfacen demasiado al comienzo, puedes reeducar tu cerebro y enseñarlo a comportarse como el de la persona delgada y súper saludable en la que te estás transformando. Eventualmente el comer saludable será un verdadero placer.

Lo que debes hacer hoy:

1

Cumple tu hábito el día de hoy

Ya has decidido cuál es tu hábito personal, ahora solo tienes que asegurarte de cumplirlo cada día. Recuerda proponerte siempre algo que estés segur@ en un 9 o 10 que cumplirás.

2

¿Qué es lo que más te gusta de tu nueva forma de comer?

Cuéntame en la Comunidad de TNC (en la app) los descubrimientos que has hecho desde que empezaste a mejorar tu alimentación.

Seguramente ya estás experimentando este cambio en carne propia. Seguramente ya encuentras más placer en comer esos alimentos saludables.

Por ejemplo, ¿no te pasa que cada vez que te preparas tu comida saludable sientes orgullo y satisfacción? Es tu cerebro que cambia el chip 😀