Las grasas Omega
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Como ya sabes, el hábito de estas semanas consiste en consumir grasas saludables de manera balanceada. Esto quiere decir que debes apuntar a lograr un aporte equilibrado de los tres tipos de grasas dietarias que hay: saturadas, monoinsaturadas y poliinsaturadas (aproximadamente 1/3 de cada una del aporte total en grasas).
Pero esto del balance no queda allí. También es necesario balancear el consumo de distintos tipos de grasas poliinsaturadas: las grasas Omega.
Ácidos grasos esenciales
Como ocurre con otros nutrientes (particularmente los carbohidratos), nuestro cuerpo puede producir la mayoría de los ácidos grasos que necesita. Pero hay dos tipos de ácidos grasos esenciales que el cuerpo no puede producir: el ácido linoléico (de la familia de los Omega-6) y el ácido alfa-linolénico (de la familia de los Omega-3).
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Estos ácidos grasos se pueden convertir dentro del cuerpo en otros ácidos grasos, pero a ellos necesitamos consumirlos obligatoriamente (de allí lo de "esenciales") y en proporciones correctas.
Los alimentos naturales (no procesados) contienen cantidades más o menos balanceadas de Omega-6 y Omega-3, y algunos alimentos contienen altas cantidades de Omega-3 con respecto a Omega-6. Estos son los pescados grasos (como el salmón, las sardinas, las anchoas, el atún, etc.), las semillas de lino y de chía y algunos frutos secos (particularmente las nueces).
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Si en nuestra vida consumiéramos únicamente alimentos naturales, es altamente probable que nuestra proporción de Omega-6 vs Omega-3 sería la adecuada.
Pero en la alimentación moderna común estas proporciones están fuera de balance, y tendemos a consumir muchos más Omega-6 que Omega-3, más que todo por la prevalecencia de los aceites vegetales.
Grasas Omega e inflamación
Si consumimos alimentos procesados, mantecas, margarinas y aceites vegetales, como hace la mayoría de la gente, estaremos consumiendo de 10 a 30 veces más Omega-6 que Omega-3 (lo ideal sería consumir apenas 3 veces más O-6 que O-3).
Esto produce un estado de inflamación crónica en el organismo que trae consecuencias horribles para la salud.
Cuando hablo de inflamación aquí no me refiero a hinchazón, o a tener alguna parte del cuerpo inflamada (como tener una otitis por ejemplo). En este contexto de la nutrición, cuando se habla de inflamación uno se refiere a procesos inflamatorios a nivel celular, que son la causa de muchas enfermedades como los dolores articulares, la enfermedad cardiaca y las enfermedades autoinmunes (asma, acné, psoriasis, artritis reumatoide, etc.).
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Se trata en en este caso de inflamaciones crónicas (es decir, a largo plazo o semipermanentes) en lugar de inflamaciones agudas (a corto plazo).
La inflamación aguda es beneficiosa para el organismo, además de ser una parte importante en los procesos curativos. Si te golpeas fuertemente alguna parte del cuerpo, o si sufres una pequeña infección, habrá inflamación aguda para inmovilizar la zona afectada y señalar al cuerpo que libere las hormonas necesarias para reparar el daño recibido.
La inflamación crónica, por su parte, no es nada buena. Cuando hay inflamación crónica el cuerpo se mantiene estancado en un estado de alerta interna, y eso trae varios problemas como consecuencia (por ejemplo, que el sistema inmune termine atacando al propio cuerpo).
Los ácidos grasos Omega-3 tienen propiedades antiinflamatorias tremendas.
También son importantes para las células cerebrales ya que proveen energía y forman parte de las membranas celulares. Y mientras más saludables estén las células cerebrales (las neuronas) mejor será el desarrollo cerebral, incluyendo la memoria.
Por si fuera poco, los Omega-3 pueden mejorar la sensibilidad a la insulina y hacer que nuestros cuerpos puedan utilizar más fácilmente la grasa almacenada como energía, y ambas cosas nos ayudan a adelgazar.
¿Qué aprendimos hoy?
Lo que debes hacer hoy:
1
Incluye hoy, y cada día, al menos una ración de un alimento rico en Omega-3
Como semillas de linaza, aceite de linaza, semillas de chía, semillas de cáñamo, aceite de algas, o aceite de pescado o de krill.
2
No dejes atrás los demás hábitos
Recuerda beber suficiente agua, incluir alimentos ricos en proteínas en tu desayuno y comer muchas verduras (y fruta) cada día.
¿Te das cuenta que todos los hábitos se refieren a comer? Es simpático esto de comer para adelgazar, ¿no te parece? 😉